La iluminación de los lugares de trabajo debe permitir que las personas trabajadoras dispongan de condiciones de visibilidad adecuadas para poder circular por los mismos y desarrollar en ellos sus actividades sin riesgo para su seguridad y salud. Una iluminación deficiente puede aumentar la posibilidad de que las personas cometan errores trabajando y que se produzcan accidentes. Del mismo modo, una mala iluminación puede provocar la aparición de fatiga visual y del sistema nervioso central, con los pertinentes perjuicios que esto representa para la salud de las personas: problemas en los ojos (sequedad, picor o escozor) dolor de cabeza, cansancio, irritabilidad, mal humor, etc., así como fatiga muscular por mantener una postura incómoda. En consecuencia, un análisis ergonómico y de seguridad de un lugar de trabajo siempre debe tener en cuenta que el nivel de iluminación sea el idóneo.
En el anexo IV del R.D. 486/1997 se establece los niveles mínimos de iluminación para poder realizar el trabajo con seguridad así como los requisitos para evitar situaciones de deslumbramiento y de fatiga visual.